La clave para la vida cristiana

Es imposible vivir la vida cristiana por nuestras propias fuerzas.
Puedo decirle que a mí me costó mucho trabajo aprender esta verdad. Por largos años luché porque mi vida cristiana fuera victoriosa, gozosa y plácida.Yo estaba seguro que Cristo me había salvado, pero creía que lograr ese objetivo dependía de mí. Cierto día, el pasaje de Gálatas 5.22-23 cobró nueva vida para mí, pues afirma que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. Dios me mostró que esas cualidades no eran parte integrante de mi vida, por lo que oré intensamente rogándole que me indicara cómo podría obtenerlas. Él me indicó que la clave para la vida cristiana es entender que Cristo vive en y por medio de nosotros. Esta verdad revolucionó mi concepto de la vida cristiana.

Nuestra condición antes de ser salvos
La Biblia dice que Dios nos dio vida cuando estábamos “muertos en nuestros delitos y pecados” (Ef 2.1) y que “éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás” (v. 3).Aunque esto parezca demasiado drástico, desde el punto de vista divino es una realidad irrefutable, como lo indican muchos otros pasajes bíblicos (Ec 7.20; Is 53.6a; Ro 3.10). No obstante, el Espíritu nos convenció de nuestro pecado (Jn 16.8), nos arrepentimos, por la fe recibimos la salvación que Cristo compró en la cruz, fuimos hechos hijos de Dios (Jn 1.12) y el Espíritu Santo vino a morar en nosotros y nos selló para el día de la redención (Ef 1.13; 1 Co 3.16). Pero siendo ya salvos, todavía confrontamos dos grandes problemas. El primero es que vivimos en un mundo lleno de maldad, rebeldía y corrupción que constantemente nos invita a rechazar o ignorar lo mejor que Dios tiene para nosotros. El segundo es que estamos expuestos a los deseos de nuestra carne y debido a eso, mientras estemos en este cuerpo mortal, jamás llegaremos a estar exentos de pecar

Nuestra relación con Cristo.
Al creer en Él entramos en una relación por la que somos nuevas criaturas que reconocen que “las cosas viejas pasaron” y que “todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17). En Colosenses 3.1-7 Pablo explicó el significado de esa relación y dio órdenes explícitas al respecto, para luego enfocarse en las primeras palabras del versículo 4:“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste…” Es decir, que Cristo vive en y por medio de nosotros en la persona del Espíritu Santo que mora en nosotros. El mismo Pablo explica el significado de todo esto, diciendo:“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá 2.20). Esta relación abarca dos aspectos fundamentales de la vida cristiana:estar en Cristo, lo cual nos hace aptos para ir al cielo (Fi 1.21); y saber que “Cristo en mí” nos hace aptos para que nuestra vida sea agradable y útil para cumplir sus propósitos. Cada mañana, entonces, podemos orar así: “Señor, mi vida es tuya.Te la he entregado y te doy gracias por lidiar con todo lo que confrontaré en este día”. Después, aunque tengamos tentaciones y adversidades, sabremos que no tenemos la responsabilidad de resolverlas por nuestra cuenta. Con su poder haremos frente a todo eso y disfrutaremos de un día productivo.

¿Por qué vive Cristo en nosotros?
  • Porque sabía que no podríamos hacerlo por nuestra propia cuenta. Sin la ayuda del Espíritu Santo nos sería imposible vivir como Él lo demanda (Jn 16.13).
  • Porque de esa manera Él lleva a cabo su labor en la tierra. Esto no quiere decir que seremos perfectos, sino que debemos vivir según la potencia de Cristo, la cual actúa poderosamente en nosotros (Col 1.29).
  • Porque Él desea tener relación personal con nosotros.Todo lo que implica esa relación jamás podrá llevarse a cabo si Él no vive en nosotros.

Nuestra responsabilidad al entrar en esa relación
  • Reconocer nuestro fracaso. Admitir que nos sentimos frustrados o derrotados espiritualmente aunque hayamos intentado que nuestra vida sea verdaderamente conforme a los designios de Cristo y nos haya sido imposible alcanzar nuestro objetivo.
  • Confesar nuestra incompetencia. Darnos cuenta de que aun si tuviéramos muchas otras oportunidades, con nuestros esfuerzos jamás podríamos obtener la victoria tan deseada sino que tenemos que decir:“Dios mío, no solo he fracasado sino que lo he intentado una y otra vez hasta no saber qué hacer, pero es evidente que mis esfuerzos han sido en vano”.
  • Creer que Cristo es suficiente para suplir toda necesidad. Él puede darnos la sabiduría necesaria ante cualquier decisión, dirigirnos a cada paso y fortalecernos con los recursos necesarios para hacer frente a los embates del maligno. para el efecto debemos tener presente la promesa de que si Él está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Ro 8.31-36).
  • Estar dispuestos a entregar nuestra vida a Cristo. Debemos abandonar nuestros esfuerzos por ser “buenos cristianos” o “hacer lo necesario” para agradarlo. En lugar de eso, rendírsela totalmente y saber que ante toda adversidad podremos ser “más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Ro 8.37).

¿Quién va a asumir el control de su vida, usted o el Señor Jesucristo que mora en usted en la persona del Espíritu, como Él mismo lo prometió? (Jn 14.18). Si somos prudentes, no vacilaremos en suplicar al Hijo de Dios que dirija nuestros pasos día tras día. Dispongámonos, entonces, a recibir sus directrices, sus instrucciones y su poder para tomar decisiones conforme a la voluntad de Dios. ¿De esa manera escaparemos de todos los problemas? No necesariamente.Tampoco quiere decir que jamás volveremos a pecar. Sin embargo, sí nos confirma que ya no tendremos que luchar con nuestros propios recursos. En lugar de eso, podremos confiar en el poder del Dios amoroso que cumplirá su propósito, limpiará nuestro corazón y vivirá en nosotros. Entreguémonos a Él diciéndole:“Señor, ya que tú vives en y por medio de mí, de hoy en adelante confieso que eso es verdad y me rindo a tu voluntad. Deseo que hagas lo que quieras en mi vida y en este momento me entrego a ti de todo corazón. En el nombre de Cristo.Amén”.

MINISTERIOS EN CONTACTO

No hay comentarios:

Publicar un comentario